La democracia profunda es como la frase del poeta persa Rumi, es algo que existe libremente más allá del dogmatismo impuesto por las camisas de fuerza de las ideologías. Claro que también podría decir que es como una pizza a la leña... se cocina en el fuego intenso del diálogo interno y social y el resultado es sabrosísimo.
Hablando en serio, hoy quiero escribir sobre Roles y su importancia para la práctica de la democracia profunda.
El sociólogo Peter Berger definió un rol como "una respuesta tipificada a una situación tipificada". Usando la analogía de roles y la actuación en teatro, dice que la sociedad proporciona el guión y los actores actuan los roles que les han sido asignados. Los roles están cargados de emociones, comportamientos y actitudes y una vez que las personas están en un rol, comienzan a llevar consigo esas características con todas las demás características de su identidad personal. Ralph Linton, uno de los creadores de la Teoría de Roles, definía el estatus como una "colección de deberes y derechos" y el rol como "el aspecto dinámico del estatus". Según Linton, cuando una persona pone en acción los deberes y derechos que constituyen su estatus, está actuando un rol.
De acuerdo a la teoría de roles, el comportamiento de las personas puede ser descrito y explicado en términos de sus roles. Dicho de otra manera, un rol determinado define como debería actuar una persona. Así tenemos que socialmente existe una amplia variedad de roles: familiares (padre, madre, hijos, etc), profesionales (médico, abogado, maestra, etc), sicológicos (víctima y victimario), políticos (oficialista y oposición) y así por el estilo. Por cierto, en el escrito anterior hacía mención al liderazgo. Bueno, líder es también un rol.
Es altamente probable que casi siempre estemos personificando (actuando) un rol determinado y constantemente cambiamos de rol dependiendo de la situación en la que nos encontremos. Así, un encuentro grupal podría describirse también como una reunión de roles. La cosa se pone interesante cuando ocupamos roles sin saber que estamos en un rol y no en nuestra propia identidad; en esos casos podemos ser percibidos por los demás como agentes perturbadores. Por ejemplo, un grupo con una fuerte identidad de pacíficos y tolerantes, puede tener dificultad al ver que algunas personas persiguen sus objetivos de una manera que parece agresiva. Hay un rol con el que nadie quiere identificarse: el causante de conflictos. Puede ser un acto de valentía y compasión para un individuo notar que está siendo violento en su búsqueda de la paz y representar ese rol con conciencia. Lo que originalmente parecía violencia en el grupo, puede revelarse como pasión, energía o desesperación. Esta información puede entonces estar disponible a otros miembros del grupo y el grupo como un todo puede usar esta información para crecer y ser más flexible en vez de dividirse por un reto no encarado a su identidad. Aqui quiero hacer notar que aunque estoy hablando de grupos, la idea es extensible a otros ambientes más amplios como un país completo, por ejemplo.
La interacción entre la mayor cantidad posible de roles a través del diálogo es una de las prácticas más importantes de la democracia profunda. Sin embargo, lo realmente interesante y extremadamente profundo es cuando el diálogo ya no se da entre los roles, sino directamente entre las personas que los encarnan. Ese es el campo de encuentro más allá del bien y el mal del que habla Rumi. Absolutamente transformador.
democraciaprofunda (arroba) gmail.com
NOTA: puede leer más sobre roles en este mismo blog en el escrito "Aqui se Hace lo que Digo Yo y Punto!" de diciembre de 2009.
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