lunes, 2 de febrero de 2009

Mayoría, Minoría y Marginalidad

Etimológicamente, la palabra marginalidad viene del Latín 'margin-margo' que significa borde o límite. Socioculturalmente, marginalidad obtiene su significado dependiendo de la perspectiva con que se la vea. Desde el punto de vista de la corriente mayoritaria, los grupos marginales pueden ser percibidos como negativos, ajenos y amenazantes. Más aún, la corriente mayoritaria les asigna a estos grupos marginales adjetivos peyorativos atribuyéndoles connotaciones de inferioridad e insignificancia y en consecuencia, la marginalidad se asocia con experiencias negativas de victimización y sufrimiento como resultado de la opresión y discriminación por parte del grupo dominante. A pesar de lo anterior, es curioso observar como los grupos marginados pueden percibir a la corriente mayoritaria también como negativos, ajenos y amenazantes, compartiendo así toda una gama de emocionalidad con quienes perciben como opresores.

Cuando hablo de marginalidad, me estoy refiriendo a todas las áreas del quehacer humano donde es posible que exista la marginación. ¿Quién no se ha sentido alguna vez marginado(a)? Por cuestiones socioeconómicas, color de la piel, nacionalidad, religión, género, edad, orientación sexual, estilo de comunicación, ideología, inteligencia, salud, visión de mundo y tantas otras.

Hemos internalizado tanto el paradigma de la democracia formal, convencional, clásica, o como se la quiera llamar, que en cualquier área de nuestras vidas nos parece normal que sea la mayoría la que 'gane'. ¿Y qué significa ganar? ¿Que quien gane tiene la razón? ¿Y qué pasa con la minoría? Bueno, tradicionalmente la minoría pasa a ser un grupo marginado y excluído, lo cual quiere decir que en mayor o menor medida (depende del contexto) el paradigma democrático tradicional es uno de los principales gestores de marginación y exclusión social y sicológica, con todo lo que eso implica. Incluso en algunos contextos la minoría es en realidad mayoría, solo que las 'reglas democráticas' deciden lo contrario. Y esto, o nos parece normal, o simplemente no lo hemos procesado en su totalidad, profundamente y a conciencia, sedados por la fuerza del hábito cultural.

A diferencia del paradigma anterior, la democracia profunda, conciente de la vasta marginalidad y exclusión existente en la sociedad humana, nos presenta una visión donde abundan los espacios para el diálogo, donde mayorías y minorías son consideradas igualmente necesarias para el bienestar colectivo e individual, donde se tiene bien claro que no se trata de incluir a unos y excluir a otros, que aceptar e incluir la gran diversidad existente de opiniones, estados de conciencia y realidades nos acerca más a un estado de integridad y creatividad capaz de impulsar exponencialmente nuestro desarrollo como sociedad.

La democracia profunda nos invita a ver la vida con otros ojos y con valentía porque muchas veces no es fácil cuestionarnos el modelo del mundo que consideramos verdadero, nuestra identidad y espacios de poder. Siempre ha resultado mucho más fácil cuestionar los paradigmas de los demás porque los propios son invisibles a nuestros ojos. La democracia profunda es una invitación a expandir los límites de nuestra identidad y en consecuencia de lo que es posible.

democraciaprofunda (arroba) gmail.com