En el escrito anterior decía que la democracia profunda era más que nada una actitud de inclusión profunda y también comentaba la importancia del trabajo con grupos para practicar esa actitud. Sin embargo, personalmente no creo que una actitud pueda enseñarse y como bien lo sabe quien ha sido profesor(a) de algo, alguien entiende o no entiende, pero el entendimiento no se puede forzar. Y precisamente porque el entendimiento es algo que no se puede forzar, lo único que podemos hacer es intentar pavimentar la via, haciéndola más fácil para que en el momento apropiado a cada quien, la comprensión llegue y con ella, el cambio hacia una actitud de democracia profunda.
En los grupos, pavimentar la via tiene que ver con establecer métodos participativos e inclusivos en sus procesos internos, en "cómo el grupo trabaja junto, cómo sus miembros se comunican los unos con los otros, cómo identifican y resuelven sus problemas, cómo toman sus decisiones y cómo lidian con sus conflictos" (aunque a decir verdad, eso no solo funciona para grupos sino para personas individuales, como tu o como yo).
Uno de los términos que maneja la democracia profunda es el Borde. Para entenderlo, regresemos en la historia algunos siglos e imaginemos que el mundo es plano y que aquello que vemos hasta el horizonte es lo que nos es conocido, nuestras creencias, nuestra identidad y todo aquello que nos hace sentir cómodos y seguros. Y luego está el borde, el límite aparente de nuestra comodidad y seguridad. Más allá del borde está lo desconocido o simplemente todo aquello que creemos que no somos, con lo que no nos identificamos y que nos hace sentir incómodos. Pues bien, tanto grupos como individuos, vivimos nuestras vidas excluyendo y marginando todo lo que está más allá de nuestros bordes, llegando incluso a establecer toda clase de reglas y normativas que nos permitan mantener a raya eso que nos incomoda y que mantenemos fuera de nuestra conciencia como si fueran tabúes.
En general todos tenemos bordes, todos tenemos algo que nos incomoda pensar, decir, preguntar, hacer, sentir, pedir, porque de hacerlo y conseguirlo estaríamos pisando terrenos desconocidos. Pero resulta que algunos siglos más tarde descubrimos que la tierra no es plana sino redonda y que podemos adentrarnos más allá de nuestros bordes y explorar mundos nuevos. Grupos e individuos excluímos y marginamos todo lo que nos aparta de nuestra zona de comodidad. Sin embargo, grupos e individuos somos mucho más que esos espacios reducidos de comodidad, de creencias e ideologías, y por consiguiente una actitud de democracia profunda intentaría buscar las maneras de incluir lo marginado, aquello que siendo parte de nosotros mismos, excluímos por las razones que fuera, para volver a sentirnos íntegros. La cuestión está en tener el valor de explorar los bordes y adentrarse en ellos porque de lo contrario las sociedades seguirán creando excluídos y marginados sin darnos cuenta que la exclusión y la marginación la llevamos por dentro.
democraciaprofunda (arroba) gmail.com
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