Término acuñado en 1988 por Arnold Mindell, es un paradigma psico-socio-político donde nada de lo humano nos es ajeno. Es prestar atención a lo que sucede dentro y fuera de nosotros mismos. Es ir más allá de la dictadura de las mayorías (o minorías) y realmente escuchar todas las voces y estados de conciencia presentes porque solo en esa medida es posible entender el proceso del sistema social como un todo integrado e interconectado.
jueves, 24 de junio de 2010
jueves, 17 de junio de 2010
lunes, 8 de marzo de 2010
miércoles, 3 de marzo de 2010
Historias que nos Contamos para Dormir
Todas las culturas en este planeta han cobijado dentro de si creencias, mitos y modelos de realidades aceptados como racionales, cada uno dentro de su propio contexto. La idea predominante que una cultura tiene de la realidad es la que le dice a sus integrantes en que tipo de mundo viven, qué es posible hacer y cómo entender los fenómenos que suceden a su alrededor. En otras palabras, la realidad es un paradigma cultural.
En nuestro mundo moderno de hoy nos encontramos con dos realidades que por momentos parecen integrarse, pero cuando miramos más detenidamente, podemos notar que la integración no es tal sino tan sólo indicios de que estamos en presencia de una realidad emergente que busca reemplazar a otra ya establecida y en franco deterioro. La realidad establecida está basada en el modelo mecanicista-determinista que básicamente estipula que un objeto no es más que la suma de sus partes y que es posible entenderlo analizando las partes por separado. Usa masivamente el hemisferio izquierdo del cerebro y es dicotómica, es esto o aquello.
La realidad emergente por su parte, está basada en el modelo cuántico que dice que un objeto es mucho más que la suma de sus partes y que sólo es posible entenderlo a cabalidad cuando comprendemos las relaciones entre sus partes y entre el objeto y su entorno. Usa masivamente el hemisferio derecho del cerebro y es paradójica, es esto y aquello. Dicho de otra forma, mientras que una realidad establece que todo existe independiente de todo lo demás, la otra dice que en realidad todo está unido y conectado en una sola cosa. La realidad emergente de repente luce más complicada y sin embargo, tecnológicamente la usamos todos los días cuando hablamos por nuestros teléfonos celulares o usamos nuestras computadoras.
En esta realidad emergente, el ser humano ya no es visto como el operador externo de la máquina (naturaleza/universo), sino como una pieza fundamental en su operación donde sus valores, creencias e intenciones juegan un papel esencial en el desarrollo del universo como un todo, donde las barreras entre sujeto y objeto desaparecen y donde la consciencia adquiere un rol más activo y central.
Gracias a la física cuántica, desde hace 100 años sabemos que el átomo y las partículas que lo componen no son estructuras físicas sino "paquetes" de energía con características que desafían la lógica convencional. Esto significa que, como decía Einstein, "La realidad no es más que una ilusión, aunque una muy persistente". Físicos y filósofos aún debaten sobre las implicaciones de esta nueva realidad y mientras tanto el modelo mecanicista-determinista continua dirigiendo la mayor parte de nuestra realidad cotidiana incrustado profundamente en nuestra psiquis e inconciente colectivo.
Una década después del comienzo del siglo 21, el mundo entero experimenta con fuerza una nueva transición de realidades; individuos y organizaciones nos sentimos afectados por lo que ocurre, muchas veces sin comprender muy bien lo que sucede. La realidad en la que creemos vivir está hecha de historias que nos contamos todos los días, como las historias que nos contaban nuestros padres para dormir y cuya función principal es proporcionarle un sentido de certidumbre y significado a nuestras vidas. En esta época tan incierta y que pierde significado tan rápidamente, tal vez sea hora de embarcarnos en nuevas aventuras con nuevos personajes y contarnos nuevas historias para dormir... o tal vez para despertar.
En nuestro mundo moderno de hoy nos encontramos con dos realidades que por momentos parecen integrarse, pero cuando miramos más detenidamente, podemos notar que la integración no es tal sino tan sólo indicios de que estamos en presencia de una realidad emergente que busca reemplazar a otra ya establecida y en franco deterioro. La realidad establecida está basada en el modelo mecanicista-determinista que básicamente estipula que un objeto no es más que la suma de sus partes y que es posible entenderlo analizando las partes por separado. Usa masivamente el hemisferio izquierdo del cerebro y es dicotómica, es esto o aquello.
La realidad emergente por su parte, está basada en el modelo cuántico que dice que un objeto es mucho más que la suma de sus partes y que sólo es posible entenderlo a cabalidad cuando comprendemos las relaciones entre sus partes y entre el objeto y su entorno. Usa masivamente el hemisferio derecho del cerebro y es paradójica, es esto y aquello. Dicho de otra forma, mientras que una realidad establece que todo existe independiente de todo lo demás, la otra dice que en realidad todo está unido y conectado en una sola cosa. La realidad emergente de repente luce más complicada y sin embargo, tecnológicamente la usamos todos los días cuando hablamos por nuestros teléfonos celulares o usamos nuestras computadoras.
En esta realidad emergente, el ser humano ya no es visto como el operador externo de la máquina (naturaleza/universo), sino como una pieza fundamental en su operación donde sus valores, creencias e intenciones juegan un papel esencial en el desarrollo del universo como un todo, donde las barreras entre sujeto y objeto desaparecen y donde la consciencia adquiere un rol más activo y central.
Gracias a la física cuántica, desde hace 100 años sabemos que el átomo y las partículas que lo componen no son estructuras físicas sino "paquetes" de energía con características que desafían la lógica convencional. Esto significa que, como decía Einstein, "La realidad no es más que una ilusión, aunque una muy persistente". Físicos y filósofos aún debaten sobre las implicaciones de esta nueva realidad y mientras tanto el modelo mecanicista-determinista continua dirigiendo la mayor parte de nuestra realidad cotidiana incrustado profundamente en nuestra psiquis e inconciente colectivo.
Una década después del comienzo del siglo 21, el mundo entero experimenta con fuerza una nueva transición de realidades; individuos y organizaciones nos sentimos afectados por lo que ocurre, muchas veces sin comprender muy bien lo que sucede. La realidad en la que creemos vivir está hecha de historias que nos contamos todos los días, como las historias que nos contaban nuestros padres para dormir y cuya función principal es proporcionarle un sentido de certidumbre y significado a nuestras vidas. En esta época tan incierta y que pierde significado tan rápidamente, tal vez sea hora de embarcarnos en nuevas aventuras con nuevos personajes y contarnos nuevas historias para dormir... o tal vez para despertar.
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